malas notas
Blog

Las malas notas y los castigos

Al final de cada trimestre nos encontramos con el temido o ansiado boletín de calificaciones,  y a veces, las malas notas de nuestros hijos. Es el momento de conocer realmente los resultados del aprendizaje de todo un trimestre. Y, a pesar de que la normativa actual LOMLOE marca que la evaluación sea cualitativa, es decir, que las familias conozcan el avance del aprendizaje de sus hijos, es decir, aquellos conocimientos y competencias que han y no han adquirido, seguimos con la calificación numérica, que poco o nada nos habla de este avance, encasillando a nuestros hijos en simples números.

Para que entendamos un poco el absurdo de asociar un número a un niñ@ y lo mucho que puede condicionarlo, podemos ver este video de Sofía Camussi, que nos ayudará a entenderlo un poco mejor.

Una de las situaciones que más me han hecho reflexionar fue cuando una compañera, muy acertada, me comentó que “las notas eran las drogas de las familias y los docentes éramos los camellos”. Y eso me dio muchísimo que pensar. Al obtener un simple número en cada asignatura, olvidamos las capacidades e inteligencia de cada niñ@, el esfuerzo realizado por nuestros hij@s (o no), el tiempo de estudio (o no), el aprendizaje (o no) adquirido, el comportamiento, el interés, la socialización y la gestión de emociones… para relegar todo eso a un simple número que, a pesar de los intentos de todos los docentes, a día de hoy valora más la capacidad memorística que todo lo anterior.

Y, cuando llegan las “malas noticias”, es decir, las notas por debajo de lo esperado o los suspensos, ahí empezamos con los castigos. Porque somos padres y creemos, de forma acertada, que tenemos que tomar medidas para que las notas mejoren y nuestros hijos puedan tener un mejor futuro.

Para empezar, deberíamos diferenciar castigo de consecuencia. La diferencia entre un castigo y una consecuencia educativa radica principalmente en su propósito, enfoque y el impacto en el aprendizaje y desarrollo del menor. Los castigos no educan, simplemente son la medida que conocemos y hemos vivido como hijos y reproducimos como padres, porque es lo que conocemos. Pero la evidencia científica nos demuestra que el castigo, en la mayoría de casos, no cumple sus objetivos.

Analizamos el castigo y la consecuencia:

El Castigo: 

  • Busca imponer una sanción o penalizar al estudiante por un comportamiento incorrecto, generalmente para evitar que lo repita. No necesariamente enseña una lección constructiva.
  • Es arbitrario y no siempre guarda relación directa con el error o conducta que se corrige.
  • Puede generar sentimientos de vergüenza, frustración o rebeldía, y afectar la relación entre padres e hijos.
  • Se centra en un efecto inmediato, como el control o la obediencia, pero no siempre aborda el problema de fondo. Además, esta obediencia es inversamente proporcional al desarrollo del pensamiento crítico, tan necesario en nuestra sociedad.

La consecuencia:

  • Es una medida educativa acorde con la mala conducta del menor, que trata de corregir esa mala conducta o situación en ocasiones futuras.
  • Tiene el propósito de enseñar al menor las repercusiones naturales de sus acciones y fomentar la responsabilidad.
  • Está directamente relacionada con el acto o comportamiento y muestra al menor cómo sus acciones tienen resultados tangibles.
  • Busca mantener una atmósfera de respeto y confianza, ayudando al menor a reflexionar sobre sus decisiones y aprender de ellas.
  • Tiene un enfoque a largo plazo, ayudando al menor a desarrollar habilidades como la responsabilidad, la honestidad o la autorregulación.

Entonces, si mi hijo ha suspendido una, dos, tres o todas las asignaturas, ¿qué hago? ¿se queda sin castigo?

Tener malas notas no es algo que el alumnado o nuestros hij@s decidan hacer de forma voluntaria, salvo contadas excepciones y siempre, por un motivo. Nadie quiere sacar malas notas y ser señalado por ello. Todos queremos tener éxito en la vida y, en la etapa escolar, sobre todo a edades tempranas, tener buenas notas es sinónimo de éxito. En la adolescencia, la situación puede ser algo diferente.

Para poder determinar la consecuencia correcta de las malas notas, debemos de analizar el origen y la situación completa. El problema suele ser multifactorial, porque, aunque es el niñ@ o adolescente el que suspende, no son productos de fábrica ni robots que actúan todos de la misma forma.

Por eso, enumeramos los factores más importantes:

  1. Falta de técnicas de estudio y aprendizaje
  2. Falta de constancia, habito de estudio y esfuerzo
  3. Dificultad de aprendizaje
  4. Negación hacia todo lo relacionado con la escuela
  5. Enfrentamiento hacia el docente o los padres
  6. Rechazo hacia la asignatura
  7. Aburrimiento que termina en desconección
  8. Procrastinación
  9. Centro de interés diferente a la asignatura suspensa
  10. Aceptación social en la edolescencia

Nuestros hijos deben saber que nuestro afecto y cariño es inamovible, los queremos por quienes son, no por lo que hacen. No quieres más a tu hijo porque saque mejores o peores notas. Y, sí, por supuesto que la idea de que sean buenos estudiantes y destaquen nos enorgullece, pero no debe cambiar nuestro amor por ellos, sean como sean. Porque el estudio es solo una faceta de la persona, y el que sea un buen estudiante en una de las etapas de su vida académica no condiciona su éxito futuro en la vida. Pero la educación integral que le brindamos las familias sí es determinante en el desarrollo de su yo futuro.

Uno de los castigos más repetidos a la hora de intentar educar a nuestros hijos son dejarlos sin regalos por Navidad o castigarlos sin poder seguir con las actividades con las que nuestros hijos están más comprometidos. Si nos detenemos a analizarlo, nos daremos cuenta de que no son una opción educativa que nos ayude a que aprenda la lección, es más, en casi ningún caso, suelen ser positiva, entrando en una dinámica negativa y un círculo vicioso.

Y, entonces, ¿cómo imponemos una consencuencia lógica y educativa a nuestros hijos?

Podemos guiarnos por estos pasos:

1. Sentarnos con ellos a analizar los resultados obtenidos, el tiempo de estudio real invertido (no el tiempo mirando el libro, pero pensando en otra cosa), las técnicas de estudio y aprendizaje usadas, la constancia y el esfuerzo, la autonomía, la actitud en clase,… Es esencial que nuestro hijo sea consciente de todo lo que ha ocurrido, porque no siempre llegamos a ser conscientes de nuestra parte de culpa en un proceso en el que nuestro trabajo tiene una influencia directa en el resultado, como es el estudio y resultados académicos. Que dejen de echar balones fuera es fundamental para poder pasar al siguiente paso. Este trabajo debe hacerse con una hoja por escrito, detallando cada cosa que se considere importante

2. Una vez que sean conscientes de su propia responsabilidad, debemos analizar con ellos medidas de reparación. Cada una de las causas deben ser analizadas y propuestas medidas que eviten la repetición de las mismas. Y tanto la implantación de esas medidas, como el seguimiento de las mismas debe ser un trabajo conjunto si queremos que las cosas cambien, porque los niños no aprenden a mejorar solos, siempre van a necesitar que estemos pendientes en mayor o menor medida.

3. Culpas fuera. Una vez analizados los errores y planteadas las medidas de prevención de los mismos para el siguiente trimestre. Tenemos que evitar centrarnos en la culpabilidad y enfocar nuestro objetivo en el amor propio y la confianza para conseguir superar las dificultades, ensalzando cada paso que nuestros hijos den

4. Reparación: a pesar de todo lo anterior, el niño debe saber que todo acto tiene una consecuencia. Y debemos poner una consecuencia a los suspensos para que valoremos el hacerlo mejor y no nos dejemos llevar por la procrastinación y el no pasa nada en el futuro. La consecuencia de suspender es muy simple: debemos estudiar la parte suspensa para aprender, no porque haya un examen de recuperación. Porque el aprendizaje no ocupa lugar ¿o si? Pues en realidad, sí. las conexiones sinápticas que hacen que se aprenda son puentes fisicos entre neuronas que no vamos a perder, por lo que aprender de forma autónoma, con esfuerzo y mientras los demás descansan puede ser una consecuencia muy educativa para nuestros hijos. Siempre ofreciendo guía y apoyo, no se trata de la letra con sangre entra (a menos que quieras que no siga estudiando). Si nuestro objetivo es que aprenda, pasemos tiempo con ellos, veamos videos sobre el tema, ayudémosles con los esquemas, que nos pregunten y les preguntemos, busquemos juegos sobre la temática si la hubiera… Hay muchas formas de aprender, pero con interés, cariño, motivación y esfuerzo siempre será mucho mejor.

Y paciencia, tendremos momentos de acance y retroceso, tendremos enfados por parte del niñ@ que tendremos que ayudarles a gestionar, tendremos que lidiar con sus puntos debiles y tendremos que estar muy pendientes, porque educar a un hijo es una tarea muy dificil y cansada, es un trabajo 24/7 si queremos que salga lo mejor posible. Y si queremos que nuestros hijos tengan una relación positiva y de confianza de adolescentes y adultos con nosotros, sobre todo si son aacc y/o desafiantes, las consecuencias son la solución. No los castigos.

Espero que te haya gustado esta entrada.

 

 

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad