¿Te ha ocurrido alguna vez que, aunque el orientador del centro te diera una evaluación de alta capacidad tú no lo reconoces en ese alumn@? En esta entrada intentaremos darle explicación a esta situación, que suele ser más frecuente de lo que pensamos: los mitos y desinformación en los niñ@s de altas capacidades.
Mitos y desinformación en el sistema educativo
Según el estudio “Déficit en la formación sobre altas capacidades de egresados en Magisterio y Pedagogía: Un hándicap para la Educación primaria en Andalucía“, realizado por Evaristo Barrera-Algarín y colaboradores, donde se analiza la calidad y cantidad de formación que el profesorado recibe en temas de altas capacidades durante sus estudios de grado y posgrado en Andalucía, la media andaluza en formación de grado sobre altas capacidades es tan solo del 0,63% de créditos optativos (37,72 horas) y del 0,22% de créditos obligatorios (13,07 horas). En posgrado, estos programas no se centran exclusivamente en altas capacidades, dedicando una media del 1,35% de los créditos totales a esta formación.
Tras la evidencia mostrada en dicho estudio, se puede concluir que la formación en altas capacidades apenas tiene presencia en los planes y programa educativos de las distintas universidades, perpetuando la falta de reconocimiento y, por lo tanto, de atención, de estas realidades en las aulas. Este vacío fomenta mitos y desinformación que afectan directamente al desarrollo integral del alumnado con AACC. Gallagher, en 1982, ya abordó este problema en su obra Desmitificando la educación de los más capaces, y Borland (2009) amplió este análisis desde un enfoque crítico.
Los mitos que ciegan nuestra percepción y la realidad de las altas capacidades
1. Tres grandes mitos sobre la concepción de alta capacidad
- Creemos que la alta capacidad es algo real y uniforme: solemos pensar que las altas capacidades son una categoría fija y universal. Sin embargo, en realidad, es un constructo social que varía según el contexto cultural, histórico y educativo.
- Vemos las altas capacidades como sinónimo de un alto CI: el coeficiente intelectual (CI) es solo un indicador parcial. En realidad, las altas capacidades abarcan creatividad, motivación, perseverancia y talentos específicos que no siempre se reflejan en una puntuación de CI.
- Por qué creemos que es algo permanente: existe la falsa idea de que las altas capacidades son innatas e inmutables. En realidad, la inteligencia y el potencial se desarrollan y evolucionan según los estímulos y el entorno.
Estos tres mitos están interconectados y reflejan una visión simplificada de un fenómeno complejo. Entender la diversidad, multifaceticidad y desarrollo de las altas capacidades es clave para identificarlas y apoyarlas adecuadamente.
2. El alumnado de altas capacidades no responde a un único modelo
Creemos que todos los alumnos con AACC son iguales: se suele pensar en un “perfil tipo” de estudiante con altas capacidades, cuando, en realidad, el modelo tripartito de Pfeiffer proporciona tres lentes, diferentes, pero complementarias, para ver a los alumnos de alta capacidad:
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- El alumnado de alto rendimiento académico.
- El alumnado con un potencial para rendir de modo excelente.
- El alumnado que posee un talento específico.
Esto muestra que las AACC son un espectro diverso que requiere enfoques diferenciados para su identificación y apoyo.
3. El sistema escolar dificulta su identificación
Por qué no vemos a los estudiantes de AACC en nuestras aulas: la clase magistral y el sistema de trabajo unitario para todo el alumnado sigue siendo el método predominante para toda la clase. En realidad, las metodologías activas permiten a los estudiantes, a diferencia del sistema tradicional, mostrar su potencial. Sin ellas, muchos alumnos con AACC pasan desapercibidos. Por eso, es normal “que no se vea”.
4. El mito del genio creativo o salvador del mundo
Creemos que solo los genios y personas excepcionales tienen AACC: asociamos las AACC con un desempeño extraordinario, inventores, líderes, artistas, etc. En realidad, las altas capacidades pueden manifestarse en ámbitos cotidianos y menos visibles. No todos los estudiantes con AACC serán “salvadores del mundo”, artistas reconocidos mundialmente o premios noveles.
5. El mito de la ciencia infusa
Pensamos que aprenden de forma innata: existe la creencia de que el talento viene inscrito en su ADN, que saben hacer cosas extraordinarias desde la cuna. En realidad, todos los estudiantes necesitan guía, estímulos y apoyo para desarrollar su potencial, incluidos aquellos con AACC. La diferencia es que estos últimos necesitan menos tiempo para entender conceptos complejos para su edad.
6. Confundir personalidad con interés académico
Creemos que los estudiantes reservados no tienen AACC: asociamos las AACC con extroversión o entusiasmo evidente. En realidad, un estudiante puede ser introvertido y, al mismo tiempo, tener un gran interés y capacidad. La personalidad no es un indicador fiable de talento.
7. Falta de modelos objetivos de observación
Por qué seguimos confiando en observaciones subjetivas, la evaluación formativa a menudo no está implementada en nuestras aulas. En realidad, necesitamos herramientas estandarizadas que permitan identificar las necesidades del alumnado con objetividad, así como evaluar el desempeño de nuestros estudiantes de una forma más objetiva y fiable.
8. Expectativas de comportamiento impecable
Creemos que deben ser maduros y responsables: asociamos las AACC con una madurez emocional avanzada. En realidad, las altas capacidades no garantizan comportamientos perfectos ni madurez emocional. Es cierto que algunos aacc presentan una madurez superior a su edad, pero podemos encontrar otros casos totalmente diferentes. Incluso, es normal que tengan una madurez intelectual para comprender ideas profundas, pero una madurez experiancial propia de su edad que les lleve a actuar de una forma muy irascible, emotiva o demasiado frustrado.
9. Esperar siempre la respuesta correcta
Consideramos que deben saberlo todo, se espera que los estudiantes con AACC tengan siempre la respuesta adecuada o la que esperamos y queremos que nos den. En realidad, las AACC no implican omnisciencia. Los errores y el aprendizaje son parte fundamental de su desarrollo. Es más, cuando un alumno presenta muy pocos errores en su actividad diaria y apenas dedica tiempo a atender y trabajar, puede ser un indicador de desajuste académico, por lo que hay que subir su nivel y ritmo de trabajo.
10. La doble excepcionalidad oculta el talento
No identificamos a los estudiantes con dificultades de aprendizaje, otras dificultades pueden enmascarar las AACC. En realidad, la doble excepcionalidad o excepcionalidad múltiple combina talento con necesidades especiales, y ambos aspectos deben ser reconocidos para un apoyo adecuado y específico. No se debe obviar atender la alta capacidad porque tenga otro diagnóstico asociado.
11. Intensidad y curiosidad
Creemos que solo los alumnos participativos tienen AACC, asociamos las AACC con una curiosidad evidente y activa. En realidad, algunos alumnos son intensamente curiosos, mientras que otros callan por miedo al error o al rechazo social, especialmente las chicas en la adolescencia.
12. Confundir el desajuste emocional con falta de capacidad
Consideramos que el mal comportamiento excluye las AACC, problemas como despiste, disrupción, frustración, nerviosismo o impaciencia se interpretan como falta de capacidad. En realidad, estos comportamientos pueden ser consecuencias de un desajuste académico que afecta a su bienestar emocional, por lo que debemos indagar si hay aburrimiento e implementar un programa de enriquecimiento, que será el que nos ayude a mejorar el plano emocional y social.
En definitiva, para ser docentes profesionales, cautos y comprometidos con nuestra labor, tenemos que ir más allá de la evidencia inmediata y observar de una forma más profunda, permitiendo que los mitos y desinformación sobre las altas capacidades queden atrás.
Para conocer si un niño tiene altas capacidades, es imprescindible realizar una evaluación objetiva por parte de un experto. En este punto, nuestro papel como docente debe centrarse en observar indicadores de necesidades y solicitar la evaluación cuando el equipo educativo o las familias manifiesten inquietudes fundadas. Negar una posible AACC sin evaluación puede constituir una negligencia que puede causar gran sufrimiento a las familias y los niños. Debemos ser cautos, profesionales y evitar que los mitos nos lleven a decisiones equivocadas. Formándonos con rigurosidad y objetividad, podremos ofrecer un mejor futuro a todos nuestros estudiantes.
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