hablar de altas capacidades
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Hablar de altas capacidades ¿Debemos decírselo?

Foto de Julia M Cameron: https://www.pexels.com/es-es/foto/hombre-habitacion-joven-hablando-8841296/
¿Explicarle o no? La duda inicial sobre hablar de altas capacidades

Uno de los dilemas que enfrentamos padres, educadores y cuidadores es si debemos o no explicar a nuestros hijos o alumnado que son de altas capacidades o debemos callar esa información. Este temor surge por la posibilidad de que los niños malinterpreten esta realidad o que, al expresarlo, sean rechazados por una sociedad que aún ni es consciente ni comprende plenamente la diversidad. Sin embargo, a pesar de los miedos iniciales, la honestidad y la claridad son fundamentales para que ellos puedan conocerse, aceptarse y desarrollarse integralmente.

La importancia de hablar sobre altas capacidades: Conociéndonos para crecer

Cuando llega el momento de explicar a nuestros hijos que poseen altas capacidades, se abre la puerta a un camino de autoconocimiento, aceptación y desarrollo integral. Esta conversación, que debe abordarse con empatía y en un lenguaje adaptado a su nivel, se debe realizar lo antes posible, siempre que se tenga una evaluación y se conozcan las necesidades del menor.

Pero no sólo se debe abordar una vez, dependiendo de la edad, tendremos que normalizar la comunicación en este tema con nuestros hijos y tratarlo con cierta regularidad, para comprobar que su conocimiento e identidad se van desarrollando adecuadamente y se quedan atrás aquellos mitos y estigmas que no son ni reales ni positivos para ellos.

Debemos dejar claro que las palabras “alta capacidad” no significa ser mejor ni es un motivo de orgullo desmedido, sino una herramienta para comprender que el mundo es diverso y cada uno de nosotros es único, con fortalezas y debilidades particulares, pero, que en ningún caso se debe menospreciar a otros por percibirlos diferentes, en primer lugar, porque no sabemos quien pueda tener una inteligencia parecida: no se trata de ir divulgando por ahí lo que somos, lo mismo que alguien que tuviera anemia o excesiva cantidad de hierro en su organismo, es algo personal. En segundo lugar, un funcionamiento diferente del cerebro no nos hace ser mejores que otras personas ni nos obliga a cerrar nuestro círculo de amistades a otros con el mismo perfil.

¿Por qué es fundamental que los niños conozcan sus altas capacidades?

Explicarle a un niño o niña lo que significa tener altas capacidades es esencial por varias razones:

Autoconocimiento: Utilizando un lenguaje sencillo y adaptado, los niños pueden entender que ser “distintos” no implica ser mejores, sino que cada persona posee habilidades y áreas de mejora. Durante la evaluación se identifican cuáles son esas fortalezas y debilidades, lo que permite realizar ajustes académicos y favorecer un desarrollo personal saludable. Esto ayuda a que el niño sepa en qué destaca y qué necesita trabajar, promoviendo una imagen realista de sí mismo.

Evitar malentendidos y sentimientos negativos: Si no se les explica la verdad, los niños notan que son diferentes y tienden a llenar esos vacíos con ideas erróneas. Pueden sentirse extraños, incomprendidos o incluso “defectuosos”, ya que la falta de información genera interpretaciones equivocadas de su realidad.

La diversidad en el aula: un valor que enriquece a todos

Cada niño tiene algo único que aportar al grupo, y la diversidad es una fortaleza. En el aula, reconocer y respetar las diferencias permite:

Enriquecer el aprendizaje colectivo: Compartir la verdad sobre las altas capacidades fomenta un ambiente de respeto y empatía. Todos los alumnos, independientemente de sus habilidades, aportan su visión y talento, lo que enriquece las experiencias de aprendizaje.
Promover la colaboración: Comprender que cada quien tiene fortalezas y desafíos distintos anima a trabajar en equipo, valorando las aportaciones de los compañeros y apoyándose mutuamente para crecer juntos.

Los riesgos de ocultar la verdad

No hablar abiertamente sobre las altas capacidades puede desencadenar varios escenarios en el niño:

Autopercepción distorsionada: Algunos pueden notar que son más inteligentes, pero no saben cómo manejar las dificultades asociadas a ese funcionamiento diferente del cerebro. Otros se sienten “raros” por tener intereses o motivaciones diferentes. Incluso, puede llevarlos a creer erróneamente que tienen algún defecto y generar problemas sociales o emocionales.

Perfeccionismo y síndrome del impostor: La presión interna de ser siempre perfectos puede generar una autocrítica excesiva, en este grupo esa presión hace que se sientan “peores” o “más torpes” en comparación con sus compañeros, desarrollando una autoestima baja, problemas emocionales e, incluso, depresiones.

Expectativas poco realistas: Al desconocer sus verdaderas fortalezas y debilidades, el niño puede establecer metas inalcanzables o no aprovechar al máximo su potencial, lo que afecta tanto su rendimiento académico como su bienestar emocional y social.

La omisión de esta información puede influir en la gestión de frustraciones, el establecimiento de relaciones interpersonales saludables y, en general, en la formación de una identidad basada en malentendidos.

Altas capacidades y las necesidades especificas de apoyo educativo (NEAE)

Es crucial entender que los niños con altas capacidades se encuentran dentro del grupo de alumnado con Necesidades Específicas de Apoyo Educativo (NEAE). Esto significa que necesitan de forma preventiva:

Atención personalizada: Estos alumnos requieren programas específicos de enriquecimiento para trabajar aquello que no aprenden sin esfuerzo.
Desarrollo de técnicas de estudio y aprendizaje: Es fundamental enseñarles estrategias de aprendizaje que no aprenden en clase debido a su falta de ajuste académico, lo que acarrea que no se desarrollen las herramientas y estrategias para superar las dificultades en etapas educativas venideras.
Socialización desde la diversidad: No tienen problemas sociales por ser de altas capacidades, pero sí necesitan encontrar amistades y entornos donde se compartan intereses comunes, lo cual a veces se da fuera del contexto escolar.

Reconocer estas necesidades y abordarlas desde el ámbito educativo y familiar es esencial para que el niño pueda afrontar sus debilidades, potenciar sus fortalezas y desarrollarse de manera equilibrada.

Hablar con nuestros hijos sobre sus altas capacidades es necesario. La duda inicial de si explicarles o no esta realidad puede disiparse al comprender que, con una comunicación honesta, empática y adaptada a su nivel, se fomenta el autoconocimiento y la aceptación. Esta conversación les permite valorarse a sí mismos, reconocer sus fortalezas y debilidades, y trabajar en equipo, enriqueciendo tanto su experiencia personal como el entorno del aula. Normalizar la diversidad es clave para que crezcan seguros, realistas y preparados para enfrentar los desafíos académicos y personales que les esperan.

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