Ya ha comenzado el curso y, como rutina habitual, muchos docentes y familias hemos empezado a enviar y recibir mensajes recordando que nuestros hijos han olvidado este o aquel material y/o esta o aquella tarea. Unos más que otros, por supuesto, y, ¡uff! ¡qué pesadilla para algunos docentes y familias año tras año! ¿verdad?
Este despiste, lejos de ser algo anecdótico, es algo recurrente en parte del alumnado de todas las etapas educativas, algo así como los virus y los moquillos de los más peques. Pero, si bien es verdad que, según varios estudios, estos despistes son más frecuentes en las altas capacidades, son totalmente normales en el aula y pueden tener un origen variado, por lo que se debe estudiar cada caso de forma aislada.
Es por ello que el artículo de hoy se basará en las posibles causas y soluciones de este pequeño inconveniente escolar, que, aunque afecte más al alumnado de altas capacidades, es frecuente y normal porque, en definitiva, todos somos seres humanos y aprender a recordar y organizarse forma parte de la experiencia natural de aprendizaje.
Sin embargo, cuando estos despistes ocurren de forma recurrente, especialmente en alumnos con altas capacidades, pueden ser un indicio de algo más profundo. Aunque no siempre están relacionados con una patología, como pueden ser los trastornos de atención o disfunciones fisiológicas que requieren otro tipo de tratamiento, lo que sí habría que distinguir, sí es importante estar atentos a esta tendencia a distraerse por encima de la media.
En el caso de los alumnos de altas capacidades, es clave recordar que estos despistes, en lugar de señalar un problema de aprendizaje en sí mismo, suelen reflejar un desajuste entre sus necesidades cognitivas y el entorno escolar. Su tendencia natural a distraerse, más allá de lo que es habitual en otros estudiantes, puede estar vinculada a diversas causas, las cuales requieren un enfoque específico para abordarlas de manera adecuada.
Como docentes, no debemos centrar nuestra actuación en el error o en el fallo del estudiante, sino en entender las posibles causas detrás de estos despistes y favorecer el desarrollo de herramientas que ayuden a mejorar su organización y gestión del tiempo. Especialmente en el caso de los alumnos con altas capacidades (y me atrevería a incluir a muchos más), es importante reconocer que estos comportamientos no son sinónimo de desinterés o falta de esfuerzo, sino que, a menudo, responden a características cognitivas propias de su perfil.
Comencemos con algunas posibles causas:
- Procesamiento asincrónico: la diferencia entre el desarrollo cognitivo y emocional de los niños con altas capacidades hace que, mientras su capacidad intelectual pueda estar muy avanzada, su desarrollo emocional o habilidades de gestión diaria pueden no desarrollarse al mismo nivel. Esto provoca que sean más propensos a descuidos en tareas cotidianas o simples.
- Sobrecarga mental: los niños suelen tener una mente muy activa, con un constante flujo de ideas y pensamientos. Esta hiperactividad cognitiva puede hacer que se distraigan fácilmente, lo que provoca que olviden tareas sencillas como llevar los materiales necesarios o anotar las tareas pendientes. Cuanto más sencilla sea, más posibilidades hay de que se olvide. Y, en muchas ocasiones, es por exceso de confianza: creemos que nos vamos a acordar porque es algo sencillo, cuando, precisamente, por eso, no nos acordaremos.
- Desmotivación: muchos estudiantes se sienten desmotivados en un entorno escolar que no les reta adecuadamente. Cuando las actividades que realizan no representan un desafío, pueden perder el interés y desconectarse, lo que aumenta la probabilidad de olvidos o despistes.
- Perfeccionismo: paradójicamente, algunos niños se centran tanto en hacer todo perfectamente que, al preocuparse demasiado por ciertos detalles, pueden descuidar otros aspectos, como la organización de su trabajo diario o el objetivo central de la actividad. Incluso, al ver que no son capaces de hacerlo tan bien como desean, se bloquean y no hacen nada.
- Falta de habilidades organizativas: algunos alumnos pueden tener dificultades en áreas más prácticas, como la gestión del tiempo y la planificación. En el alumnado de altas capacidades, su aptitud para procesar información compleja no siempre se traduce en habilidades organizativas eficientes. Esta es una de las causas más comunes de todo el alumnado, no tan sólo del alumnado de altas capacidades y/o neurodivergente, ya que el aprender a organizarse es un proceso y, si bien muchos niños y niñas aprenden a organizarse desde pequeños por su personalidad y/o ambiente, podemos encontrar muchos que no hayan aprendido y debamos ayudarlos a aprender.
En este sentido, una vez que detectemos olvidos en clase o en casa, es importante que no nos centremos en reprender al menor (aunque sí dejarle claro que tiene que esforzarse por superar ese problema), sino en ayudarle a desarrollar algunas estrategias que le permitan mejorar su autonomía para organizarse y reducir los despistes, por ejemplo:
- Estructurar el ambiente de trabajo: ayudarle a crear un entorno de trabajo organizado y claro puede motivar a los estudiantes a concentrarse en lo esencial. Listas de tareas, calendarios visuales y recordatorios pueden ser herramientas útiles. En este punto, esencial para el olvido de los materiales, podemos ayudarles con un horario de clase visible en su habitación, un momento del día para revisar el horario conjuntamente y meta en la mochila de forma consciente todos los materiales para el día siguiente, revisando la agenda y preguntándole qué hicieron el día anterior de clase para que les ayude a recordar si necesitan algo más de lo normalmente necesario.
- Fomentar la autorregulación: enseñar técnicas de planificación y gestión del tiempo puede ser clave. Los alumnos pueden beneficiarse de usar agendas o aplicaciones digitales (dependiendo de la edad) para recordar tareas y plazos.
- Proporcionar retos adecuados: ajustar las actividades al nivel de sus capacidades es esencial para mantenerlos motivados. Cuando se sienten desafiados intelectualmente, tienden a prestar más atención y estar más involucrados en las tareas. Recordemos que el nivel del aula no es uno, sino tantos como alumnos y alumnas tengamos en ella, por lo que personalizar y multinivelar el sistema de enseñanza es necesario para que aprovechen al máximo su aprendizaje.
- Reforzar la empatía y la comprensión: es importante que los docentes y familias comprendamos que estos despistes no deben verse como «pereza» o «desinterés». En lugar de castigar los olvidos, se debe trabajar en soluciones constructivas y ofrecer apoyo emocional, reforzando la idea de superar la dificultad y no el error que ha cometido. Y recordemos que nosotros también tenemos despistes, que en esta vida tan estresante se nos olvida que son niños.
- Establecer rutinas: las rutinas claras y predecibles ayudan a los niños a organizarse mejor. Al establecer un sistema de trabajo rutinario, los alumnos pueden ir internalizando los pasos necesarios para completar sus tareas diarias sin que los despistes interfieran. En esas rutinas, es recomendable incluir un tiempo para apuntar en la agenda lo necesario durante el tiempo en clase, así como destinar un tiempo en casa a revisar y preparar lo necesario.
- Hacerlos responsables: tendemos, cada vez más, a hacernos responsables de las actividades, tareas y materiales de nuestros hijos porque los vemos muy pequeños para asumirlas, pero, nos olvidamos de lo más importante: se aprende a base de ensayo y error. Es por ello que, debemos dejar que asuman responsabilidades poco a poco, pero, cuanto antes, mejor. Y no significa que no estemos pendientes, sino que les demos herramientas para que ellos puedan aprender a hacerlo solos, retirando nuestro apoyo de forma paulatina, porque no se aprende por ciencia infusa ni de la noche a la mañana.
- Ayudarlos a superar el miedo al fracaso: hay alumnado que no hace una tarea o no lleva un material porque se siente inferior y prefiere quedar como despistado a saberse un «fracasado» en esa tarea o actividad. Así pues, es esencial que en casa y en el colegio ayudemos a nuestro alumnado a entender que el fracaso es parte del aprendizaje y que el éxito no puede llegar si no hay un esfuerzo y una constancia, independientemente de la inteligencia de cada persona. En este punto, también es importante destacar la importancia de que, tanto en casa como en el aula se trabaje el respeto al ritmo y avance de cada uno, así como a las fortalezas y debilidades de cada niño y niña.
Y tú, ¿has desarrollado alguna herramienta efectiva con tu peque o tu clase? Compártelo con nosotras en los comentarios.